El próximo domingo
28 de mayo se celebrara la 51° Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales
bajo el lema: «No temas, que yo estoy contigo» (Is 43,5)
-Comunicar esperanza y confianza en nuestros tiempos-
-Comunicar esperanza y confianza en nuestros tiempos-
A continuación les comparto algunos párrafos de la Doctrina Social de la
Iglesia Católica en relación a los medios de comunicación social:
192 La solidaridad confiere particular relieve a la intrínseca sociabilidad
de la persona humana, a la igualdad de todos en dignidad y derechos, al camino
común de los hombres y de los pueblos hacia una unidad cada vez más convencida. Nunca como hoy
ha existido una conciencia tan difundida del vínculo de interdependencia entre los hombres y entre los pueblos,
que se manifiesta a todos los niveles. La vertiginosa multiplicación de las
vías y de los medios de comunicación «en tiempo real», como las
telecomunicaciones, los extraordinarios progresos de la informática, el aumento
de los intercambios comerciales y de las informaciones son testimonio de que
por primera vez desde el inicio de la historia de la humanidad ahora es
posible, al menos técnicamente, establecer relaciones aun entre personas lejanas
o desconocidas.
198 Los hombres tienen una especial obligación de tender continuamente
hacia la verdad, respetarla y atestiguarla responsablemente. Vivir en la verdad tiene un
importante significado en las relaciones sociales: la convivencia de los seres
humanos dentro de una comunidad, en efecto, es ordenada, fecunda y conforme a
su dignidad de personas, cuando se funda en la verdad. Las personas y los
grupos sociales cuanto más se esfuerzan por resolver los problemas sociales
según la verdad, tanto más se alejan del arbitrio y se adecúan a las exigencias
objetivas de la moralidad. Nuestro
tiempo requiere una intensa actividad educativa. y un compromiso correspondiente por parte de todos, para que la
búsqueda de la verdad, que no se puede reducir al conjunto de opiniones
o a alguna de ellas, sea promovida en todos los ámbitos y prevalezca por encima
de cualquier intento de relativizar sus exigencias o de ofenderla. Es una
cuestión que afecta particularmente al mundo de la comunicación pública y al de
la economía. En ellos, el uso sin escrúpulos del dinero plantea interrogantes
cada vez más urgentes, que remiten necesariamente a una exigencia de
transparencia y de honestidad en la actuación personal y social.
376 Ante el rápido desarrollo del progreso técnico-económico y la mutación,
igualmente rápida, de los procesos de producción y de consumo, el Magisterio
advierte la exigencia de proponer una gran obra educativa y cultural: «La demanda de
una existencia cualitativamente más satisfactoria y más rica es algo en sí
legítimo; sin embargo hay que poner de relieve las nuevas responsabilidades y
peligros anejos a esta fase histórica... Al descubrir nuevas necesidades y
nuevas modalidades para su satisfacción, es necesario dejarse guiar por una
imagen integral del hombre, que respete todas las dimensiones de su ser y que subordine
las materiales e instintivas a las interiores y espirituales... Es, pues,
necesaria y urgente una gran obra
educativa y cultural, que comprenda la educación de los consumidores
para un uso responsable de su capacidad de elección, la formación de un profundo
sentido de responsabilidad en los productores y sobre todo en los profesionales
de los medios de comunicación social, además de la necesaria intervención de
las autoridades públicas».
415 Los medios de comunicación social se deben utilizar para edificar y
sostener la comunidad humana, en los diversos sectores, económico, político,
cultural, educativo, religioso: «La información de estos medios es un servicio del
bien común. La sociedad tiene derecho a una información fundada en la verdad,
la libertad, la justicia y la solidaridad.
416 En el mundo de los medios de comunicación social las dificultades
intrínsecas de la comunicación frecuentemente se agigantan a causa de la
ideología, del deseo de ganancia y de control político, de las rivalidades y
conflictos entre grupos, y otros males sociales. Los valores y
principios morales valen también para el sector de las comunicaciones sociales:
«La dimensión ética no sólo atañe al contenido de la comunicación (el mensaje)
y al proceso de comunicación (cómo se realiza la comunicación), sino también a
cuestiones fundamentales, estructurales y sistemáticas, que a menudo incluyen
múltiples asuntos de política acerca de la distribución de tecnología y
productos de alta calidad (¿quién será rico y quién pobre en información?)». En estas tres áreas —el mensaje, el proceso,
las cuestiones estructurales— se debe aplicar un principio moral fundamental:
la persona y la comunidad humana son el fin y la medida del uso de los medios
de comunicación social. Un
segundo principio es complementario del primero: el bien de las personas no se
puede realizar independientemente del bien común de las comunidades a las que
pertenecen.851 Es necesaria una participación en el proceso de la toma
de decisiones acerca de la política de las comunicaciones. Esta participación,
de forma pública, debe ser auténticamente representativa y no dirigida a
favorecer grupos particulares, cuando los medios de comunicación social
persiguen fines de lucro.
557 El compromiso social y político del fiel laico en ámbito cultural
comporta actualmente algunas direcciones precisas. La primera es la que busca
asegurar a todos y cada uno el derecho a una cultura humana y civil, « exigido por la
dignidad de la persona, sin distinción de raza, sexo, nacionalidad, religión o
condición social ».1168 Este derecho implica el derecho de las familias y de
las personas a una escuela libre y abierta; la libertad de acceso a los medios
de comunicación social, para lo cual se debe evitar cualquier forma de
monopolio y de control ideológico; la libertad de investigación, de divulgación
del pensamiento, de debate y de confrontación. En la raíz de la pobreza de
tantos pueblos se hallan también formas diversas de indigencia cultural y de derechos culturales no reconocidos.
El compromiso por la educación y la formación de la persona constituye, en todo
momento, la primera solicitud de la acción social de los cristianos.
560 En la promoción de una auténtica cultura, los fieles laicos darán gran
relieve a los medios de comunicación social, considerando sobre todo los contenidos
de las innumerables decisiones realizadas por las personas: todas estas
decisiones, si bien varían de un grupo a otro y de persona a persona, tienen un
peso moral, y deben ser evaluadas bajo este perfil. Para elegir correctamente,
es necesario conocer las normas de orden moral y aplicarlas fielmente. La
Iglesia ofrece una extensa tradición de sabiduría, radicada en la Revelación
divina y en la reflexión humana, cuya orientación teológica es un correctivo
importante « tanto para la “solución “atea”, que priva al hombre de una parte esencial,
la espiritual, como para las soluciones permisivas o consumísticas, las cuales
con diversos pretextos tratan de convencerlo de su independencia de toda ley y
de Dios mismo». Más que juzgar los medios de comunicación social, esta
tradición se pone a su servicio: « La cultura de la sabiduría, propia de la
Iglesia puede evitar que la cultura de la información, propia de los medios de
comunicación, se convierta en una acumulación de hechos sin sentido ».
561 Los fieles laicos considerarán los medios de comunicación como posibles
y potentes instrumentos de solidaridad: « La solidaridad aparece como una
consecuencia de una información verdadera y justa, y de la libre circulación de
las ideas, que favorecen el conocimiento y el respeto del prójimo ».1176 Esto
no sucede si los medios de comunicación social se usan para edificar y sostener
sistemas económicos al servicio de la avidez y de la ambición. La decisión de
ignorar completamente algunos aspectos del sufrimiento humano ocasionado por
graves injusticias supone una elección indefendible. Las estructuras y las políticas de comunicación y distribución de la
tecnología son factores que contribuyen a que algunas personas sean « ricas »
de información y otras « pobres » de información, en una época en que la
prosperidad y hasta la supervivencia dependen de la información. De este
modo los medios de comunicación social contribuyen a las injusticias y
desequilibrios que causan ese mismo dolor que después reportan como
información. Las tecnologías de la comunicación y de la información, junto a la
formación en su uso, deben apuntar a eliminar estas injusticias y
desequilibrios.
562 Los profesionales de estos medios no son los únicos que tienen deberes
éticos. También los usuarios tienen obligaciones. Los operadores que intentan
asumir sus responsabilidades merecen un público consciente de las propias. El primer deber
de los usuarios de las comunicaciones sociales consiste en el discernimiento y
la selección.
Los padres, las
familias y la Iglesia tienen responsabilidades precisas e irrenunciables.
Cuantos se relacionan en formas diversas con el campo de las comunicaciones
sociales, deben tener en cuenta la amonestación fuerte y clara de San Pablo: «Por
tanto, desechando la mentira, hablad
con verdad cada cual con su prójimo, pues somos miembros los unos de los
otros... No salga de vuestra boca palabra dañosa, sino la que sea conveniente
para edificar según la necesidad y hacer el bien a los que os escuchen » (Ef 4,25.29). Las exigencias éticas
esenciales de los medios de comunicación social son, el servicio a la persona
mediante la edificación de una comunidad humana basada en la solidaridad, en la
justicia y en el amor y la difusión de la verdad sobre la vida humana y su
realización final en Dios. A la luz de la fe, la comunicación humana se debe
considerar un recorrido de Babel a Pentecostés, es decir, el compromiso,
personal y social, de superar el colapso de la comunicación (cf. Gn 11,4-8) abriéndose al don de
lenguas (cf. Hch 2,5-11), a la
comunicación restablecida con la fuerza del Espíritu, enviado por el Hijo.
Fuente: COMPENDIO DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
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